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Con la improvisación y la actitud lúdica como principales motores de su
música, los Michael Mike vienen desconcertando y
asombrando con discos inclasificables que cambian de estilo, de género, hasta
de estado de ánimo. Y si Nena o Neno de 2009 los ponía cerca de las
canciones destinadas a la pista de baile, la fiesta parece haberse aplacado en
el recién salido Música
negra, un álbum otoñal y, como siempre, inesperado.
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Rap, electrónica, pop, rock, folk. En una industria que necesita las
etiquetas como el agua para guardar sus productos en un frasco y ponerles un
moño, las bandas como Michael Mike son, tal vez, las más incómodas. Desde sus
comienzos, los seis integrantes del grupo nunca se quedaron quietos. Distintos
proyectos, bandas y ramificaciones los fueron llevando de un lado al otro; un
poco arrastrados por el viento y otro tanto por la inquietud y la
disconformidad de quedar parados en la misma baldosa. Las rutas de cada uno de
ellos se cruzan, superponen y yuxtaponen como en un entramado de subtes.
Desde el nacimiento de la banda (en febrero de 2005, en una sala de
ensayo en Saavedra), el camino hasta Música
negra, su reciente disco, fue alternando entre distintos estilos, géneros y
estados de ánimo. Desde chicos, Tomás Gaggero y Marcos Orellana vienen dándole
a todo instrumento que ose ponerse adelante. Compañeros de colegio y hoy casi
hermanos, ambos disfrutaban de tocar en los actos e improvisar temas en
cualquier lugar donde los dejaran. Ese “juntarse a boludear” lo llevaron –ya
sin pedir permiso– a lo largo de sus primeras bandas (Roberto Seguiño y
Proyecto Tambor, hoy disueltas) y después a –por orden de aparición– Michael
Mike y Onda Vaga, sus dos bandas actuales. Ninguno recuerda el momento exacto
del bautismo del grupo, pero rescatan la improvisación y lo lúdico como un
constante alimento de Michael Mike: “Siempre
fue algo bastante distendido, por momentos demasiado”, dice Tomás. De esa
manera surgieron los dos primeros trabajos de la banda. Con la premisa de
grabar un disco, se internaron un mes en una quinta y, mientras hacían Ama tu ritmo (editado en 2007), en el
cuarto de abajo de la casa bocetaban temas y bases de forma casera en una
suerte de sala de juegos. Así quedó Delen!
(2006), también titulado “El disco de abajo”, que pasó de ser el lado B de Ama tu ritmo a convertirse en el debut
del sexteto.
Sin una estrategia, un plan o una pretensión clara fue también como el
sonido de Michael Mike se fue desarrollando. Sus canciones pueden saltar de un
folk moderno al mejor estilo Beck hasta un rap a coro à la Beastie Boys,
pasando por un rock furioso como el de Los Brujos o un pop cargado y casi
ochentoso. “No sé bien qué hacemos
–confiesa Marcos–. Canciones con muchos
sintetizadores.”
Ese colchón de sintetizadores donde descansa la música de Michael Mike es
su rasgo más característico y el punto en común de todo lo que hicieron.
Marcos: “Eran los nuevos chiches que
veníamos adquiriendo y los queríamos usar”. Nena o Neno (2009) subió la apuesta y las revoluciones hasta la
pista de baile de la mano de hits saltarines como “Lo que a vos el amor”, “JTS”
o “Edding”, y terminó de consolidarlos como banda gracias a una seguidilla de
shows en vivo que se transformaban en verdaderas fiestas. Algunos de esos
recitales presentaron la variante de sumar un par de invitados y tocar con su
Orquesta de Sintetizadores.
El paso siguiente del sexteto que completan Julián Srabstein (ex
integrante de Doris), Jean Deon, Guido Coto y Pedro Lombardi era una incógnita
que no parece haberlos preocupado. Así como alguna vez partieron del nombre
“Artimañas del rap” para un próximo disco, la corriente los terminó llevando
para otro lado. “Estamos acostumbrados a
ir al estudio sin nada”, dice Tomás. Con las facilidades y el relajo de
usar un estudio propio –MUDT (Música de Toilette)– como aquel cuarto de abajo
que fue Delen!, los Michael Mike
continuaron por la senda de la espontaneidad sin ponerse detallistas a la hora
de dar por terminada una canción: “Si ya
está buena, queda así”. Así también fue como el cuarto disco, Música negra, salió de la sala de parto.
El cuarto trabajo de MM baja los decibeles para convertirse en el disco
más uniforme de la historia del grupo. Desobedeciendo a las expectativas
generadas alrededor del LP anterior, donde el rap y el baile parecía cercano a
encorsetarlos, Música negra sigue
esquivando los rótulos y ofrece las canciones más “serias” de la banda. Con un
reconocido intento por bajar un cambio con respecto a Nena o Neno, acá no es fácil encontrar un clásico. La fiesta, esta
vez, parece ir en slow motion; avanzando a un ritmo lánguido y envuelto en un
clima más introspectivo, el nuevo disco de Michael Mike suena más ajustado que
nunca, pero fiel a la única etiqueta que siempre los distinguió: ninguna.
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