domingo, 3 de marzo de 2013

Luke Jenner (The Rapture)

publicada en losinrocks.com en enero de 2012
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Parece una fija, las bandas independientes tienen que sortear alguna crisis cuando se acerca el momento de cumplir una década de carrera. The Rapture tocó el cielo con las manos con el hit “House Of The Jelous Lovers” y luego, sello grande mediante, sacaron Pieces Of The People We Love, con el que dieron la vuelta al mundo. Después vinieron las tormentas, de las que Luke Jenner, su cantante, no estuvo exento. Fue padre, perdió a su madre y casi deja el grupo. El conflicto derivó en la salida de Matt Safer (el bajista) y el ahora trío empezó a armar In The Grace Of Your Love, disco que editaron el año pasado y vienen a presentar a Buenos Aires. Antes de llegar al país, el líder de The Rapture levantó el teléfono en un hotel de Colombia para hablar de todo esto.

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Ya pasaron más de diez años desde empezaron la banda. ¿Qué recuerdos tenés de esos primeros años?
Era muy aterrador para mí, siempre quise ser cantante de una banda. En ese momento estaba en dos distintas: en una me encargaba en los teclados y en la otra solo tocaba la guitarra. Tenía mucho miedo de cantar, no creía ser lo suficientemente bueno. Yo quería cantar, quería escribir canciones y que las cosas fueran de la manera que a mi me parecía mejor hacerlas. No sabía qué podía pasar.
Mi mejor amigo en todo el mundo es Vito Roccoforte, lo conozco desde los nueve años… Más allá de que es un excelente baterista, yo sabía que el siempre iba a bancarme, incluso si lo que yo hiciese fuera un desastre.

Hoy en día parece difícil para muchas bandas mantenerse juntos. Hace poco Matt Safer dejó The Rapture y vos hablás de Vito Roccoforte como tu mejor amigo y con quien armaste The Rapture. ¿Qué implica para una grupo hoy seguir unidos, grabar discos y tocar juntos tantos años?
Creo que lo fundamental es la comunicación. Seguimos juntos cuando nos comunicábamos más y cuando nos comunicamos menos también, pero cuando llega el día en que ya no te comunicás… Y también creo que… (piensa) Matty quería ser el principal, el líder, y esta es mi banda, yo empecé el grupo. El quería ser la persona a la que todos le prestarían atención, y la tuvo. Pero hay que tener claro los roles de cada uno.

Para este último disco volvieron a DFA. Parece que las grandes compañías no son algo muy saludable para la mayoría de los grupos independientes…
Las bandas indies están dentro de una comunidad, si las sacás de ese entorno… se mueren (risas). Un grupo independiente se maneja con el DIY (Do It Yourself), vos venís a mi estudio y yo te ayudo con tus cosas, yo voy al tuyo y vos hacés lo mismo. Es una comunidad, y los grandes sellos no lo son. Es como trabajar en Starbucks o Coca-Cola, son empresas. Pasás de estar tranquilo, sin obligaciones, a estar pendiente del tiempo: de repente te señalan y te dicen “no estás haciendo bien tu trabajo”. ¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Qué quiere decir que tengo que cumplir un horario?! ¡Yo no trabajo para vos!



En estos años que pasaron entre Pieces Of The People We Love y In The Grace Of Your Love pasaron muchas cosas en tu vida: te convertiste en padre, perdiste a tu madre y casi dejás la banda. ¿Cómo sentís que eso repercutió en el disco?
Yo estaba viviendo todas mis fantasías adolescentes y pensé que había alcanzado todas mis metas. Sin embargo, eso no me hacía feliz sino todo lo contrario. Cuando era chico crecí en una casa que no era muy agradable, no era una familia ni tampoco un ambiente amoroso. Yo estuve todo el tiempo tratando de demostrarme a mí mismo que era querible. Pensaba que el hecho de estar en una banda, ser el cantante y ser capaz de pararme en un escenario frente a miles de personas, de alguna manera, iba a transformarme en alguien mejor. Pero no funcionó. Tuve que aprender a convertirme en una persona, porque la felicidad no está en la plata ni en esas cosas. Es obvio cuando lo decís en voz alta. Quiero decir, eso también trae felicidad. Es fantástico que a la gente le guste tu música y toques para un montón de gente, pero no es suficiente para una vida. No es algo que te “alimente” por siempre. Necesitaba algo más que eso. Tuve que aprender a ser padre y esposo, cosas que no tenía idea como hacer. Tenía que dejar de lado el dolor de mi infancia… Todavía estoy trabajando en eso, y la cosa está mejorando.
Creo que con este disco quise hacer algo positivo, como una declaración de libertad y disculpas más que ninguna otra cosa. Quería hacer algo que fuera libre, una especie de obra de arte liberadora.

En varias entrevistas decís que el hecho de ser líder de una banda de rock es algo insignificante al lado de ser padre. ¿En algún momento te sentiste “perdido” en ese personaje del rockero?
Si, estuve totalmente perdido y empecé a pensar que todo lo que leía sobre mi era cierto. Me levantaba a la mañana y decía “Soy un estrella de rock. Soy cool” (risas). Ya no lo hago más. Es muy seductor. Ser famoso es increíblemente seductor y, aunque no quieras, empezás a creértela. Cuando estás en un sello grande, a ellos solo les importa la plata. No les importa en absoluto si sos padre, amigo de otras bandas, si estás feliz o deprimido, solo quieren hacer plata. Volver a DFA fue como volver a mi comunidad, al lugar donde nací y donde crecí. Fue como volver a casa.

Ya estuvieron en Buenos Aires hace unos años. ¿Qué te acordás de aquel show y de tu estadía en nuestro país?
Buenos Aires es una linda ciudad, una de las más lindas del mundo. Hemos ido a ciudades como Moscú y el jetlag es terrible… Siempre me gusta ir a Sudamérica. No hay mucha diferencia horaria con San Diego, de donde yo soy. Aparte, al tener familiares mexicanos me siento muy conectado con Latinoamérica. Buenos Aires es muy agradable, casi tengo una sobredosis de carne. Es lo que se hace en tu país, te comés cada parte de la vaca (risas). Lo que me acuerdo fue el momento en el que unas chicas de quince años aparecieron con un cartel que nos habían hecho: decía “We love you” y cada letra era de un color diferente. Cuando estábamos grabando y escribiendo canciones para el disco tenía el cartel pegado en la pared, al lado de mi guitarra.

¿Qué diferencias habrá entre ese show de hace unos años y el que darán esta vez?
No sé… Creo que ahora estamos más felices. Éramos felices aquella vez pero me parece que Matt quería irse hace un tiempo para hacer la suya. Tal vez quería esperar y no se sentía con la fuerza suficiente para llevarlo a cabo en ese momento. El venía a los ensayos y no hablaba con nadie. Le preguntábamos cómo estaba y decía “estoy bien”. En ese momento la banda era menos libre.
Yo lo disfruto ahora más que nunca. Al principio también lo hacía, me apasionaba y lo hacía para probarme a mí mismo, y estaba bien. Ahora no tengo que demostrar nada, ya sobrepasé mis expectativas. Nunca pensé que alguna vez estaría tocando en Buenos Aires. Eso es asombroso. Nunca imaginé que alguien quisiera que vaya a tocar ahí. Estoy súper agradecido por cada día que pasa y cada show, la paso realmente bien.
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